Hasta el 31 de octubre, el MUAC subraya los vínculos entre arte y educación con dos exposiciones que muestran paralelamente ese universo de posibilidades: Beuys y más allá. El enseñar como arte y Coordenadas. Mario Rangel Faz.
“Beuys creía fuertemente en la idea del arte como una posibilidad de transformación en lo individual. Por un lado, transformación de quien hace arte y, por el otro, de las personas que lo ven. Así, si puedes cambiar un individuo, puedes cambiar la sociedad”, explicó en entrevista la curadora Liz Christensen.
El artista vio en la educación una extensión del proceso artístico: se trataba del campo creativo más importante para la transformación de la cultura, una manera de contribuir a la conformación de lo que llamó la escultura social. En ese sentido, el artista consideraba que todo ser humano es un artista.
“Estuvo en conflicto con la academia porque no sentía que los estudiantes necesitaran tener un portafolio. Si querían ser artistas, debían ser artistas. Todo era la intención. ¿Qué quieres ser realmente?, ¿qué quieres expresar?”, recordó Christensen.
En las salas 4, 5 y 6 del MUAC se reúnen trabajos de artes gráficas, entre pinturas, dibujos, collages y fotografías de Joseph Beuys –quien exploró múltiples técnicas y materiales pero creía en el dibujo como importante proceso de maduración para sus propuestas– y un grupo de artistas que han brillado individualmente pero estuvieron asociados a él como alumnos: Lothar Baumgarten (1944), Jörg Immerdorff (1945-2007), Imi Knoebel (1940), Blinky Palermo (1943-1977), Katharina Sieverding (1944) y Norbert Tadeusz (1940).
Además del diálogo visual que se establece entre estilos e imaginarios, la exposición reúne una serie de impresiones de los artistas cercanos a Beuys.
Jörg Immerdorff en 1984: “Porque me confronté con Beuys, lo tomé como tema de mis cuadros y como objeto de mi admiración. Él comprendió muy bien que para mí ese era un método de discusión con él, mientras muchos otros lo veneraban con temor. Claro que tenía un súper-ego pero también mucho humor y un fuerte ingenio. Podía reírse maravillosamente con sus dientes de caballo y para mí era un estupendo fanático y anarquista”.
La exposición, itinerante por Latinoamérica, visitará también Monterrey. Con la petición de presentarla junto al trabajo de artistas del ámbito local cuyos intereses también se orientaran hacia la educación, se vincula con Coordenadas. Mario Rangel Faz.
Las rutas de la creación
Mario Rangel Faz fue maestro en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM y en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. No sólo eso: participó activamente en las nuevas formas de creación colectiva desatadas durante las décadas de 1970 y 1980 en México.
Curada por Vicente Rojo Cama y Mariana Elizondo, la exposición antológica-homenaje Coordenadas es un descubrimiento tras una inmersión en la obra de Rangel Faz. En la sala 8 del museo, entre pintura, dibujo, collage, gráfica, instalación, arte-objeto y video, se advierten las rutas de su vida creativa, que van desde una investigación sobre el espacio de representación, hasta piezas contemporáneas de gran carga política.
“El diálogo con Beuys se da de una manera involuntaria, en la manera en que ambos veían el arte y lo desarrollaban. Hicimos la curaduría de Mario y su trabajo en Grupo Suma y Atte. La Dirección sin saber qué obras venían de Beuys”, explicó Vicente Rojo Cama en entrevista.
El también artista, quien trabajó al lado de Rangel Faz en Atte. La Dirección, recordó que para él era muy importante trabajar y comunicarse con jóvenes, dejar huella en otra gente y enseñarle a ver el mundo de otra manera.
“Compartía muchísimo más con sus alumnos que las clases. Les prestaba espacios para exponer su obra; no sólo les enseñaba el oficio sino el concepto: cómo moverse, cómo ver el mundo, relacionarse, hacer trabajo colectivo. No pedía tareas, provocaba ideas”.
De acuerdo con Mariana Elizondo, el título Coordenadas es apenas una lectura de las múltiples que ofrece la obra de Rangel Faz. Esta selección se enfoca, frente a la primera parte de su trayectoria –figurativa, con temas mexicanos y paisajes rurales–, en su tránsito, a finales de la década de 1980, hacia un lenguaje abstracto y lineal. Además de sus participaciones en los colectivos.
“Siempre busca situar puntos en el espacio. Se empezó a obsesionar con ello y en la serie Horizonte y columnas llevó este ejercicio hasta sus últimas consecuencias. La llamamos coordenadas por su investigación espacial: en la manera de cuadricular el espacio hay un juego de posibilidades infinito”. Christian Gómez