Hace unos días platicaba con uno de los chicos del grupo donde soy ayudante de profesor y hablábamos sobre por qué no leo La Jornada. La explicación, fidedigna pese a todo, no se origina a partir de circunstancias inéditas ni tiene increíbles causales pragmáticas o alcances ideológicos. Simplemente estoy decepcionado. Lejos de los grandes sueños.
Aquello no significa que no tenga intenciones de hacer algo con mi vida. Simplemente, he decidido no embarcarme en empresas inútiles, innecesarias y hasta risibles.
Basten dos ejemplos. Era 2006 y, con 18 años recién cumplidos esperaba asistir a un evento histórico en las primeras elecciones en las que votaría. Entonces quienes estudiábamos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales protestábamos en contra de la llamada ley Televisa. Ya en el Zócalo, ya fuera de la Cámara de Diputados.
Ambos eventos nos tenían de verdad emocionados, frenéticos de ser partícipes de este gran cambio del que debíamos ser parte y cuyas dimensiones la Universidad nos hizo entender: un revés a los poderes fácticos y, ahora sí, la transición a la vida democrática bajo nuestro líder salido del pueblo. Ya saben quién.
Julio Hernández López, el astillero, se convirtió para algunos amigos y para mí, quizá en el ideólogo de nuestra generación. La historia es conocida y grotesca: los empoderados (¿existe esa palabra?) estaban locos y tenían los medios para concretar sus desvaríos y lo hicieron; y lo peor, a quienes “les robaron la elección” y sus defensores también enloquecieron. Hoy Hernández López seguro sería capaz de explicar la crisis económica mundial como un plan de las “fuerzas oscuras” –o cualquier pintoresco sinónimo– en contra de AMLO.
Segundo ejemplo. Apenas unos meses después del descalabro, también en 2006, secuestraron a una amiga del grupillo de soñadores. La historia terminó mal y aún en 2009 la familia no puede librarse del miedo ni de las audiencias ni de la burocracia.
En medio de la marcha por la paz (no sé cómo la llamaron los oportunistas organizadores), el Señor Presidente de la República, Licenciado Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, ofreció ayudar a esta familia y a otra que tuvo que pagar un rescate en medio de la marcha. Aquello en 2008 y hoy en abril de 2009 el ilustrísimo mandatario (me sentí Kapuszinsky hablando del Sha o el emperador de Etiopia, jaja) no ha mostrado señales. Bonito País (en altas, como se escribe en Reforma).
Permítaseme un tercer ejemplo (qué estilazo traigo hoy). Un día –de los extraños que a veces tengo– platiqué con el hermano de Lucio Cabañas. Contaba que hoy, aún perseguido político, sólo queda hacer labor en el marco de la legalidad. Un discurso tan tibio como sincero y válido. No es ocasión de este texto explicar por qué, pero su labor es por demás valiosa.
Dejar de leer ese diario es apenas un síntoma de mi ánimo, reflejo de mi época. Vale decir que off the record, en ese medio reconocen que a veces defienden lo indefendible con la intención de hacer contrapeso frente a otras voces. Y está bien.
No culpo ni involucro a nadie pero ni los soñadores de los años setenta, con una estructura detrás de sí, siguen por acá. Las marchas están llenas de consignas vacías y discursos repetidos irreflexivamente. Me dirán por supuesto que hay algunos muy entusiastas que leen de una forma distinta a Marx, que proponen una novedosa reinterpretación, y mejor no diré nada.
Escribo todo esto porque una mala broma del destino envió a un funcionario del IFE a decirme que me tocó ser funcionario de casilla. Imagino que robarán las urnas y habrá balazos entre caciques o hacendados o que el pueblo enardecido echará abajo la elección para elegir a su líder del narco. Ya me veo colgado del cuello frente a la lechería de la colonia pero por 300 pesos vale la pena arriesgarse, etcétera.
Parece que no soy el único decepcionado o que fue cooptado. Mi generación abre la boca pero de ella sale, a diferencia de la del poeta beat Allen Gingsberg, más que un aullido, un bostezo. ¿Pueden culparme por eso?
Aquello no significa que no tenga intenciones de hacer algo con mi vida. Simplemente, he decidido no embarcarme en empresas inútiles, innecesarias y hasta risibles.
Basten dos ejemplos. Era 2006 y, con 18 años recién cumplidos esperaba asistir a un evento histórico en las primeras elecciones en las que votaría. Entonces quienes estudiábamos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales protestábamos en contra de la llamada ley Televisa. Ya en el Zócalo, ya fuera de la Cámara de Diputados.
Ambos eventos nos tenían de verdad emocionados, frenéticos de ser partícipes de este gran cambio del que debíamos ser parte y cuyas dimensiones la Universidad nos hizo entender: un revés a los poderes fácticos y, ahora sí, la transición a la vida democrática bajo nuestro líder salido del pueblo. Ya saben quién.
Julio Hernández López, el astillero, se convirtió para algunos amigos y para mí, quizá en el ideólogo de nuestra generación. La historia es conocida y grotesca: los empoderados (¿existe esa palabra?) estaban locos y tenían los medios para concretar sus desvaríos y lo hicieron; y lo peor, a quienes “les robaron la elección” y sus defensores también enloquecieron. Hoy Hernández López seguro sería capaz de explicar la crisis económica mundial como un plan de las “fuerzas oscuras” –o cualquier pintoresco sinónimo– en contra de AMLO.
Segundo ejemplo. Apenas unos meses después del descalabro, también en 2006, secuestraron a una amiga del grupillo de soñadores. La historia terminó mal y aún en 2009 la familia no puede librarse del miedo ni de las audiencias ni de la burocracia.
En medio de la marcha por la paz (no sé cómo la llamaron los oportunistas organizadores), el Señor Presidente de la República, Licenciado Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, ofreció ayudar a esta familia y a otra que tuvo que pagar un rescate en medio de la marcha. Aquello en 2008 y hoy en abril de 2009 el ilustrísimo mandatario (me sentí Kapuszinsky hablando del Sha o el emperador de Etiopia, jaja) no ha mostrado señales. Bonito País (en altas, como se escribe en Reforma).
Permítaseme un tercer ejemplo (qué estilazo traigo hoy). Un día –de los extraños que a veces tengo– platiqué con el hermano de Lucio Cabañas. Contaba que hoy, aún perseguido político, sólo queda hacer labor en el marco de la legalidad. Un discurso tan tibio como sincero y válido. No es ocasión de este texto explicar por qué, pero su labor es por demás valiosa.
Dejar de leer ese diario es apenas un síntoma de mi ánimo, reflejo de mi época. Vale decir que off the record, en ese medio reconocen que a veces defienden lo indefendible con la intención de hacer contrapeso frente a otras voces. Y está bien.
No culpo ni involucro a nadie pero ni los soñadores de los años setenta, con una estructura detrás de sí, siguen por acá. Las marchas están llenas de consignas vacías y discursos repetidos irreflexivamente. Me dirán por supuesto que hay algunos muy entusiastas que leen de una forma distinta a Marx, que proponen una novedosa reinterpretación, y mejor no diré nada.
Escribo todo esto porque una mala broma del destino envió a un funcionario del IFE a decirme que me tocó ser funcionario de casilla. Imagino que robarán las urnas y habrá balazos entre caciques o hacendados o que el pueblo enardecido echará abajo la elección para elegir a su líder del narco. Ya me veo colgado del cuello frente a la lechería de la colonia pero por 300 pesos vale la pena arriesgarse, etcétera.
Parece que no soy el único decepcionado o que fue cooptado. Mi generación abre la boca pero de ella sale, a diferencia de la del poeta beat Allen Gingsberg, más que un aullido, un bostezo. ¿Pueden culparme por eso?
Ya me vi exiliado por hablar del Presidente
13 comentarios:
Me encantó... Sencillamente "El Astillero" me gusta...
Digo... La Jornada está en mi Top de periódicos... pero ya sabes de que Casa Editorial SOY...jajaja
Eso de la lucha de caciques y eso... me remontó mucho al viejo oeste, dejando atrás el México -Barrio Fino- pero pues como dices... por 300 pesos "arriesgar la vida vale mucho la pena" jaja
Saludos
Hijos.... yo no leo casi ningún periódico. No me gustan y punto. He concodio a tanto izquierdoso de doble cara que me han decepcionado. Y los de la derecha también. ASCO
Saludos Encanto, yua psotea más seguido
Suena lejano, suena increíble. Historia, pasado. Esos idealistas ya no existen, ya no leen La Jornada. En algunos casos, ni siquiera abren el periodico, prefieren ver las 100 mejores canciones del Pop-rock en Vh1. ¿Y por qué no? Al menos es algo que podras platicar "profundamente" con el resto de la generación...
Recibe un abrazo, de un soñador retirado a otro.
Ay, me siento bien con esta entrada, también me gustaría ver los video de VH1 jajajaja
Pues que decir, nuevamente coincidiendo contigo. Y no es para menos, la depravacion, corrupcion y transformacion de lascosas izqierdosas nos han regalado un monton de cosas falsas, hipocritas y con un vacio que se quedo en quejas de hace 30 años...
¿por que no leer la jornada? Facil, son pan con lo mismo y desde el quemon que se acomodaron con las elecciones pasadas mucho menos dan ganas.
jijijij yo te leo! ya visteee?? mmm... estoy con JP, La 100 mejores canciones rifan jajaja...
...:::MUERTE AL SEMINARIO:::...
Oh, Chris, qué revelación.
Ojalá que a mí no se me pegue eso de "izquierdoso", que este tipo de palabras me suena, más que desdeñador, puramente feo (algo así como decir "mierdoso"; tú sabes, cada uno con sus traumas. Falta que alguien diga: "ese escritoroso").
Pues sí, ahora reafirmo que para ti, de plano, La Jornada no rifa. Y bueno, me voy enterando de que no quieres a Julio Hernández porque no es lo suficientemente agraciado como para participar de los videos VH1; sólo por eso, porque de que tiene derecho a hacerlo por ser un rockstar, lo tiene. Como dice la Chilindrina: "eso que ni qué".
Pero no me explico por qué descargar toda tu ira y decepción contra la pobrecita de La Jornadita, si, según entiendo, tu ira y decepción han sido configurados por la incompetencia, inoperancia, ineptitud, bla, bla, bla, de toda una estructura social y gubernamental de la que ese diario nada tiene de culpa, o, si la tiene, dudo que sea siquiera significativa. Si Cortázar fuera un oficialista (y si no lo impidieran ciertos motivos mortuorios), vendría y te diría: "Chris, No se culpe a nadie"
Alabado sea quien castigó la estupidez (el oficialismo) con la muerte. Cortázar, por supuesto, no es abarcado por esta sentencia. Sin embargo, “el escritor nacido en Bruselas pero naturalizado argentino” (¿Te recuerda ciertos trabajos de la clase, referentes a Carlos Fuentes?), te diría que “no, no, no”, porque aun el existencialista-intelectualista-elitista Oliveira tenía fe en alg(uien)o. ¿Where is the Maga? Pero, ah, Oliveira, cuando viste perdido aquello en que depositabas tu confianza (pero que jamás demostraste), perdiste el rumbo de tu camino.
No digo que seas tú como Oliveira, pues estoy consciente de que para ti existe un Juan Villoro, un Jorge Ibargüengoitia, una maestra Ávila Urbina, un Cortázar, una Tigresa del Oriente (lo leí en tu hi5… No se culpe a nadie) y, por qué no, un Christian Gómez. No dejar de creer en nosotros: requisito para… no lo sé, pero estoy seguro de que es necesario. Al menos para que nuestra andanza esté encaminada hacia el encuentro con nosotros mismos, el hallazgo con nuestros brazos abiertos, con nuestro abrazo consolador, con nuestro beso en la frente, sobre todo cuando hemos perdido una fe y nos sentimos decepcionados, no por haber perdido esa fe, sino por haber pensado, alguna vez, que podíamos confiar en dicha fe. “Tonto, tonto, tonto yo”
Ánimo, Chris, al menos no te decepcionó La Prensa o la revista Óooorale, pues nunca, jamás, confiaste en ellas.
(Esa plática de Florencio Cortázar... Ah, y no olvido que dispararás las próximas cheves.)
Sí, bueno, pero cuando Cortázar se volvió comunista su carrera valió gorro :(
Y también se decepcionó en Rayuela, aunque del amor: "Cuantas veces la ilusión de identidad nos hizo felices, cómo cansa ser siempre unos mismo"...
Y no es que tenga nada contra La Jornada, es que ellos todavía sueñan, y me da envidia :(
Sí, yo pago las cervezas :(
Y no tengo nada contra La Prensa, hasta escribí ahí dos semanas :) y la verdad es que Órale me causa cierta fascinación...
Eso es una fuerte declaración jujuju
Koroi Tsuki y astrO comparten este clima de época, me reconfortan pero qué mal nuestra generación :/
Te escuchaba y me escuchaba.
En el caso de las protestas, en muchos o casi todos los casos pueden ser "empresas inútiles" y por supuesto que muuuuuuuuuuuuuchas de ellas son risibles, como el circo que transita cada año exhibiéndose hasta agotar su vulgaridad y falta de sentido de igualdad, considerandose "diferentes" como "minorías sexuales".Luego podemos debatir sobre el punto.
Si bien, una marcha o una protesta no cambiará la gula de los puercos, es importante reflexionar sobre la necesidad de seguir aullando ante la parálisis sinapsiana de las nuevas generaciónes pos-pos-equis, para no terminar en lo grotesco de las XXX. Protestar a conciencia de los objetivos propios, no únicamente para no callarnos, también, para no oxidarnos. Otras veces, para hacer memoria y preservarla.
La imbecilidad y la pendejés permea en ambos lados -derecha e izquierda-, y en todo el mundo, pero no son todo el mundo. Regresemos a las posturas claras (mamadas cuando dicen "yo soy de de centro"), neguemos el relativismo con el que respira el posmodernismo. La forma de "trabajo de campo" es una forma en la que he estado pensando desde hace un tiempo, muy linda, necesaria, contundente y humana; pero también, es necesario cambiar las tan agotadas consignas y las formas de elaborar las protestas... ¿Cómo una imágen en un el lugar preciso puede gritar?
El sabor amargo termina siendo agradable (sí, ya sé, excepto el de la cerveza quemada) y las dulces ilusiones, inmasticables, indigeribles y muy tóxicas. El puerco se puede convertir en bestia si les permitimos aullar, el lobo puede transformarse en un cordero que solo coma baobabs, pero ser un cordero que tenga dignidad. ¿Aún existe? Buscaré en la RAE...
Debemos SENTIR la necesidad de hablar, no PENSAR en hablar.
La poesía, su imágen, la imágen, nuestros cuerpos, tu lengüa y mi lengüa juntas son armas infalibles para berrear.
Qué alentador :) yo también soy fan de la RAE y me gusta que pendejés lleve acento jujuju
Pero según la RAE, es "pendejez"
jajaja, es que algunos tenemos solo un poco de eso.
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