miércoles, 2 de junio de 2010

La nueva ciudad de las damas, de Eve Gil


En la antología de ensayos La nueva ciudad de las damas, Eve Gil se entrega a una tarea nada menor: enmendar una posible historia de la literatura. El objetivo: entregar a la escritura femenina (que no literatura femenina) el lugar tantas veces negado.


La portada del libro sintetiza el planteamiento del trabajo. Sobre enormes torres de letras, numerosas mujeres esperan, separadas por abismos. Esperan en la misma ciudad, que se prolonga más allá de la imagen. Hay que tender puentes, nombrar las calles de la nueva ciudad, dar cuenta de esa historia… La autora se propone crear esos vínculos.


La publicación es una pausa que revisa su continua labor, que surgió cuando estudiaba Letras hispánicas en Hermosillo en 1992, como un acto de “vandalismo intelectual”. Frente a los programas que sólo contemplaban la literatura escrita por hombres y acaso algunos textos de Sor Juana Inés de la Cruz, se propuso buscar una genealogía para no sentirse tan sola en su ambición por ser escritora.


Se trata de una primera recopilación de los textos que encontraron sus primeros ecos a principios de esta década en el diario Excélsior en la columna “La trenza de Sor Juana”. Ni siquiera el cambio de dueños que acabó con su espacio impreso impidió que su público cautivo quedara sin cartas de su búsqueda eterna. Siguió su aventura, ahora con la red como soporte en trenzamocha.blogspot.com.


“Sufrí un poco para lograr cierta empatía con un par de ellas, cuyos criterios e ideologías chocaban frontalmente con los míos. Sin embargo, nadie se ha ocupado de acercarse a las primeras mujeres que obtuvieron el codiciado galardón”, reconoce sobre una revisión de las once autoras que han obtenido el Premio Nobel. Esa confrontación se repite en este título con las letras de 32 autoras.


Arqueología del estilo


El título es un homenaje a la trilogía La ciudad de las damas, de Cristina de Pizán (1364-1430), “la primera escritora feminista de la historia sencillamente por ser la primera que escribe desde la experiencia de su cuerpo de mujer”.


En La nueva ciudad de las damas, Eve Gil se entrevista con cada una de las habitantes y se mueve por sus historias personales y literarias. Se involucra en una búsqueda a través de una arqueología del estilo, ese sello personal del autor de una obra. Acaba por descubrir que la ciudad no es nueva: había que encontrarle lugar en los mapas, trazados y poblados por los hombres.


Dar cuenta de una antología de esta extensión (427 pp.) exige encontrar elementos comunes en los textos que aglutina. Invariablemente, Gil investiga a las autoras en sus propias letras, pero también de forma extraliteraria: cada texto es resultado de una profunda investigación.


La autora de Réquiem por una muñeca rota recupera pasajes esenciales en la vida de las escritoras y muestra, de manera paralela a la construcción de personajes e historias, episodios dolorosos, triunfos y quiebres familiares. Mira a contraluz las obras literarias y revela ángulos inéditos de sus creadoras.


Las escritoras son mostradas sin visos de apologías, destaca su humanidad. Retrata a Gabriela Mistral como una mujer con un pasado doloroso que encontró refugio en la poesía; a La novela de Genji, de Murasaki Shikibu y su imaginario fantástico, le atribuye el papel de la “Primera novela de la Historia. Punto”.


Busca en Hildegard Von Bingen algo más que una mujer que escribía en estado de trance; devuelve a Johanna Schopenhauer su lugar como la primera mujer alemana en dedicarse profesionalmente a la escritura en oposición al secundario papel de madre del célebre filósofo.


Rastrea el concepto del pecado en la narrativa de Sigrid Undset, el sentido del humor de Gertrude Stein; una Simone de Beauvior que “no quería escribir sin antes arrancarse la piel de la muchacha burguesa para quedar en carne viva”.


“Es la ironía donde Rosario (Castellanos) encuentra la riquísima veta a explotar para pagar la crítica machista con la misma moneda sin parecer una hembrista furibunda y resentida”, afirma.


Investiga el travestismo literario de James Tiptree Jr., seudónimo de Alice Bradley, el destacado ejercicio de valor de la periodista rusa Anna Politkovskaya y el tratamiento del racismo de los negros contra los propios negros en la literatura de la Nobel Toni Morrison. Desmenuza a Susan Sontag, así como las letras de Elfriede Jelinek, quien afirmaba: "Yo no le doy tregua al lenguaje, una y otra vez lo arranco de su lecho, uno debe torturar al lenguaje para que diga la verdad".


Cuestiona la representación de la mujer en la literatura y hace sutiles invitaciones, resultados de exhaustivas búsquedas.


Eve Gil señala abiertamente que muchos de los ensayos requirieron ser revisados y reescritos en repetidas ocasiones (¿qué texto no?) para agregar datos, otras miradas. Y aunque seguramente la antología no se ordenó de acuerdo con las fechas en que escribió los textos, puede advertirse una evolución en su estilo, que va desde una repetición innecesaria de las tramas y sus vericuetos hacia una equilibrada síntesis de datos y una justa ubicación de las autoras en su contexto histórico.


Publicada en la Serie El Estudio de Textos de Difusión Cultural, la propuesta de la autora recuerda el valor de libros como Mujeres insumisas, entrevistas de Angélica Abelleyra, y ejercicios de búsqueda por la literatura como La brújula hechizada, de Mauricio Montiel Figueiras, también de reciente publicación. La nueva ciudad de las damas es resultado de años de lectura voraz y una pausa para ofrecer señas sobre esta ciudad de la que ella es cronista.


Algo tiene de malvada esta publicación: convencernos de la existencia de una historia de la literatura que nos era desconocida y convertir la próxima visita a una librería en una experiencia desoladora para cualquier presupuesto. Christian Gómez