World Press Photo. La realidad compuesta
Por Christian GómezPara los organizadores de World Press Photo, la prioridad no fue escoger la mejor imagen sino realizar la tarea “un poco incómoda” de seleccionar las más representativas de cada tema. Todas ellas, destacadas por “desafiar las convenciones de fotoperiodismo”, para estimular al espectador, hacerle reflexionar.
En la edición 2008 de este concurso, que se exhibe en el museo Franz Mayer, se recompensa el trabajo creativo del fotoperiodista, no el cómodo. Los jueces de World Press Photo se ocupan de la forma, no del contenido. Califican la foto, no son jueces del mundo.
Los retos de la imagen periodística son diversos. Entre ellos, lograr un balance entre la técnica y el mensaje. Deben moverse cautelosamente entre los cánones del periodismo y el coqueteo con el arte. El fotógrafo de prensa trabaja en el umbral entre la denuncia social y el registro de los hechos. También busca reconocimiento como autor.
Para revistas, diarios y portales de Internet, los periodistas gráficos trabajan en una composición de la realidad. Formalmente, ordenan los hechos sociales en un cuadro de imagen.
Así, ponen la dimensión de la tragedia china en perspectiva, la pobreza afgana a contraluz y a los yoguis indios en un juego de planos y profundidad. Muestran la anorexia en contrapicada. Encuentran la belleza en la malaria.
Retratan en claroscuro a un padre vietnamita y su hijo, quienes hace ya cinco años han quedado sin hogar. La nostalgia en panfocus –todos los elementos de la imagen vistos con nitidez–, días después del último cumpleaños, el número 101, del coreógrafo ruso Igor Moiseyev. Sentado junto a su esposa, amoroso, en una recámara.
Los trabajos seleccionados le ponen rostro a las tragedias. No sólo eso. Encuentran la dimensión social –búsqueda incesante del periodismo– en la vida cotidiana.
Violencia en Latinoamérica, en África, en Medio Oriente. Temas recurrentes pero replanteados ante cada lente. Pobreza, marginación, intolerancia. Abuso sexual. Analfabetismo. Guerra, prisioneros, dolor. Atentados contra la naturaleza. Su violenta respuesta.
En World Press Photo encuentran lugar los aparentes sinsentidos y las diversas cosmovisiones en otras latitudes. Por ejemplo, los registros de Cristina García del culto a Maria Lonza en Venezuela. Tan sui generis, cercano a los rituales africanos y de la mano con la muerte.
Se vuelven diálogo intercultural. Olivier Gulman retrata mirando la televisión a una mujer inglesa, una marroquí, un hombre japonés, uno nigeriano y un niño japonés.
Las fotografías pueden tener diversas lecturas. Una mujer recostada sobre un sofá, con el maquillaje corrido y probablemente alcoholizada o drogada, se convierte en imagen de la decadencia. Se trata de una actriz: Martina Gusmán en el set de la película Leonera. Una fotografía hecha por Stefano De Luigi.
Capaz de engañar a cualquier incauto que no lea el contexto que se ofrece junto a cada imagen, queda claro que éstas no hablan por sí mismas.
La foto posada. La serie trabajada, casi montada. Algunos barridos, más artísticos que informativos. Todas ellas permiten reflexionar hasta qué punto es registro y hasta dónde creación.
Las fotografías son una postura, una interpretación del fotógrafo. Una visión del hecho, cargada de una intencionalidad, consciente o inconsciente, que debe tomarse con cierto cuidado. “Aunque las fotos no mienten –afirma Lewis Hine–, los mentirosos pueden hacer fotos”.
Al premiarle por las verdades que retrata, World Press Photo se convierte en una suerte de vigilante del fotógrafo de prensa.
Esta reseña también fue publicada en el No. 13 de la revista electrónica
Escrutinio