lunes, 30 de agosto de 2010

La enseñanza como arte, en el MUAC

*Dos exposiciones muestran los vínculos del singular didactismo del alemán Joseph Beuys y el mexicano Mario Rangel Faz
**Hasta el 31 de octubre

El alemán Joseph Beuys (1921-1986), uno de los artistas más connotados de la segunda mitad del siglo XX, afirmaba que ser maestro era su mayor obra de arte. Por otro lado, Mario Rangel Faz (1956-2009) enseñó a toda una generación de artistas mexicanos nuevas formas de apropiarse de la realidad.

Hasta el 31 de octubre, el MUAC subraya los vínculos entre arte y educación con dos exposiciones que muestran paralelamente ese universo de posibilidades: Beuys y más allá. El enseñar como arte y Coordenadas. Mario Rangel Faz.

Integrada con piezas de la colección del Deutsche Bank, la primera de ellas exhibe cerca de 90 trabajos de Beuys y seis de sus “alumnos” más destacados en la Academia de Arte de Dusseldorf, donde fue profesor entre 1961 y 1972.

“Beuys creía fuertemente en la idea del arte como una posibilidad de transformación en lo individual. Por un lado, transformación de quien hace arte y, por el otro, de las personas que lo ven. Así, si puedes cambiar un individuo, puedes cambiar la sociedad”, explicó en entrevista la curadora Liz Christensen.

El artista vio en la educación una extensión del proceso artístico: se trataba del campo creativo más importante para la transformación de la cultura, una manera de contribuir a la conformación de lo que llamó la escultura social. En ese sentido, el artista consideraba que todo ser humano es un artista.

“Estuvo en conflicto con la academia porque no sentía que los estudiantes necesitaran tener un portafolio. Si querían ser artistas, debían ser artistas. Todo era la intención. ¿Qué quieres ser realmente?, ¿qué quieres expresar?”, recordó Christensen.

Por ello, Beuys enseñó a los jóvenes artistas a buscar su estilo y no copiar el suyo. Los motivó a seguir sus propios intereses y ser honestos como parte de la sociedad y su desarrollo.

“Los estudiantes amaban sus clases, eran controversiales y radicales. Su propósito era crear un diálogo, discusiones como círculo de clase, hablar de arte, la vida o de lo que pasaba. Es una parte muy importante de esta exhibición: creamos un diálogo visual entre los artistas que eran sus estudiantes y mostramos cómo era el vínculo con él”.

En las salas 4, 5 y 6 del MUAC se reúnen trabajos de artes gráficas, entre pinturas, dibujos, collages y fotografías de Joseph Beuys –quien exploró múltiples técnicas y materiales pero creía en el dibujo como importante proceso de maduración para sus propuestas– y un grupo de artistas que han brillado individualmente pero estuvieron asociados a él como alumnos: Lothar Baumgarten (1944), Jörg Immerdorff (1945-2007), Imi Knoebel (1940), Blinky Palermo (1943-1977), Katharina Sieverding (1944) y Norbert Tadeusz (1940).

Además del diálogo visual que se establece entre estilos e imaginarios, la exposición reúne una serie de impresiones de los artistas cercanos a Beuys.

Jörg Immerdorff en 1984: “Porque me confronté con Beuys, lo tomé como tema de mis cuadros y como objeto de mi admiración. Él comprendió muy bien que para mí ese era un método de discusión con él, mientras muchos otros lo veneraban con temor. Claro que tenía un súper-ego pero también mucho humor y un fuerte ingenio. Podía reírse maravillosamente con sus dientes de caballo y para mí era un estupendo fanático y anarquista”.

La exposición, itinerante por Latinoamérica, visitará también Monterrey. Con la petición de presentarla junto al trabajo de artistas del ámbito local cuyos intereses también se orientaran hacia la educación, se vincula con Coordenadas. Mario Rangel Faz.

Las rutas de la creación

Mario Rangel Faz fue maestro en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM y en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. No sólo eso: participó activamente en las nuevas formas de creación colectiva desatadas durante las décadas de 1970 y 1980 en México.

Así, formó parte de Grupo SUMA (1976-1982), surgido en la Academia de San Carlos y pionero en el diálogo arte-política, así como de Atte. La Dirección (activo entre 1983 y 1992), cuyas propuestas cuestionaron el deterioro y la incongruencia de la sociedad mexicana.



Curada por Vicente Rojo Cama y Mariana Elizondo, la exposición antológica-homenaje Coordenadas es un descubrimiento tras una inmersión en la obra de Rangel Faz. En la sala 8 del museo, entre pintura, dibujo, collage, gráfica, instalación, arte-objeto y video, se advierten las rutas de su vida creativa, que van desde una investigación sobre el espacio de representación, hasta piezas contemporáneas de gran carga política.

“El diálogo con Beuys se da de una manera involuntaria, en la manera en que ambos veían el arte y lo desarrollaban. Hicimos la curaduría de Mario y su trabajo en Grupo Suma y Atte. La Dirección sin saber qué obras venían de Beuys”, explicó Vicente Rojo Cama en entrevista.

El también artista, quien trabajó al lado de Rangel Faz en Atte. La Dirección, recordó que para él era muy importante trabajar y comunicarse con jóvenes, dejar huella en otra gente y enseñarle a ver el mundo de otra manera.

“Compartía muchísimo más con sus alumnos que las clases. Les prestaba espacios para exponer su obra; no sólo les enseñaba el oficio sino el concepto: cómo moverse, cómo ver el mundo, relacionarse, hacer trabajo colectivo. No pedía tareas, provocaba ideas”.



De acuerdo con Mariana Elizondo, el título Coordenadas es apenas una lectura de las múltiples que ofrece la obra de Rangel Faz. Esta selección se enfoca, frente a la primera parte de su trayectoria –figurativa, con temas mexicanos y paisajes rurales–, en su tránsito, a finales de la década de 1980, hacia un lenguaje abstracto y lineal. Además de sus participaciones en los colectivos.

“Siempre busca situar puntos en el espacio. Se empezó a obsesionar con ello y en la serie Horizonte y columnas llevó este ejercicio hasta sus últimas consecuencias. La llamamos coordenadas por su investigación espacial: en la manera de cuadricular el espacio hay un juego de posibilidades infinito”. Christian Gómez

lunes, 2 de agosto de 2010

Las implicaciones de la reproductibilidad en el arte contemporáneo


*Gramática infinita: reproducción total y estrategias perturbadoras del arte forma parte de una serie de reflexiones sobre el actual ciclo curatorial del MUAC


“En el arte pasa algo como lo que pasó con los partidos políticos, que fueron hechos para cambiar el poder y ahora sólo son una vía para llegar a él. Así, las galerías, creadas para romper la idea del arte académico y una vía para revolucionarlo, hoy son solamente un mecanismo para entrar en él”, señaló el artista Taniel Morales.


Lo hizo durante la mesa de discusión Gramática infinita: reproducción total y estrategias perturbadoras del arte, segunda de las ocho “intervenciones” teóricas que plantea el programa Delirio de fetiche: destierro platónico y arte contemporáneo al ciclo curatorial del MUAC en curso: Hechos y delirios: soporte, materia, trabajo.


En ese espacio, Morales reflexionó junto con la curadora independiente Eloísa Mora Ojeda sobre el sentido de la pieza que realizó en el contexto de la muestra Jardín de Academus: Parcial o total. La obra de arte en la época de su reproductibilidad total o parcial, que consiste en fotografiar libros de arte de difícil acceso para su posterior reproducción.


Se trata de una referencia al texto fundamental del filósofo Walter Benjamin La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, donde analiza cómo se modifican las dinámicas de la experiencia frente al arte cuando éste deja de ser un bien accesible para pocos y puede conocerse masivamente gracias a las reproducciones, que sin embargo nunca lograrán duplicar el aura que recubre a los originales.


Así, la acción de Morales consistió en “recolectar la mayor cantidad de libros de arte, de difícil acceso, y fotografiar cada una de sus páginas. El archivo quedó almacenado en el disco duro de una computadora para que los visitantes de la exposición puedan consultarlo y llevarse una copia de los libros que les interesen con fines educativos, ya sea en DVD o USB”.



Dividido en ocho carpetas –Arte y choro, Artistas contemporáneos, Bienales colectivas, Cuerpo, Género, Revistas, PDF’s y docs, y Gödel, Escher, Bach–, el archivo supone una transgresión que permite acceder a cualquiera de los visitantes al “tesoro” del museo.

Sin embargo, respecto a la frase citada al inicio, el artista se enfrentó a la contradicción de trabajar dentro del museo. “Si bien algunas piezas son una crítica, dentro del museo pierden legitimidad o fuerza”. Y quizá, su fuerza transgresora.


Jardín de Academus en la era de la reproductibilidad técnica


La intervención Gramática infinita: reproducción total y estrategias perturbadoras del arte, articulada a partir de la pieza de Taniel Morales en Jardín de Academus, tuvo como punto de partida la perturbación de la idea de pieza única.


¿Qué pasa cuando la obra de arte, la mentira del poeta, puede perturbar la idea de pieza única y original así como la estructura de ésta como mercancía? ¿Qué espacios y tiempos surgen cuando un archivo artístico perturba las distintas ideas asumidas en la historia del arte, la teoría estética y la filosofía?”, fueron las preguntas de partida.


La intervención debía problematizar “las distintas dimensiones de la creación de archivos como producción artística, educativa y transgresora, que posibilita la irrupción de gramáticas disidentes frente a la idea de un registro único y hegemónico”.


En ese contexto, Morales llevó al espacio del museo un ejercicio que para él era cotidiano. Recordó que durante su primer año como maestro prestaba libros, pero como se los regresaban maltratados, comenzó a fotografiarlos. Para la pieza se fotografiaron 50 libros, aunque en su acervo figuran ya 400 títulos. La finalidad es distribuirlos, pues se trata de los tesoros del museo que la gente puede ver sólo ahí.


“Lo que era arte hace 10 años hoy ya no funciona. Uno va atesorando cosas y da coraje no tener acceso a los libros que dicen lo que es arte ahora. ¿Qué pasa con las mediatecas repletas de libros a los que nunca accederemos?”


Para Eloísa Mora Ojeda, la pieza es una postura transgresora ante las políticas de exhibición del museo. Y el reto planteado era asumir esa postura dentro del espacio institucional de la exposición.


Al cuestionar los verdaderos alcances del proyecto, Morales señaló: “me siento en el MUAC como alguien que es invitado a exponer su problemática a la Cámara de Diputados”. ¿Se trata de una verdadera transgresión? Durante la discusión con los asistentes, el performer Víctor Sulser preguntó a Morales: “¿No crees que este proyecto es como robarse una manzana de la central de abastos?”


Para Mora Ojeda, fotografiar libros es un tipo de intervención que es difícil introducir en el mercado, aunque siempre es posible. ¿Qué haría distinta la pieza que compra un coleccionista de las reproducciones accesibles a todos? Ante ello, Morales invitó a los coleccionistas que quisieran la pieza a llevar su memoria USB para obtenerla.


El artista recordó la querella entre un performer y un fotógrafo que ganó un premio con unas imágenes donde aparecía el performance. ¿Quién sería el autor? El autor de las fotografías. Por ello, como dueño de un archivo con más de 40 mil imágenes considera que este archivo es su pieza y a nadie debe interesarle.


Así, la discusión respecto a las copias, más allá de la imposibilidad de reproducir la esencia de los originales, viró hacia el discurso de poder. El poder de la posesión del libro o la imagen como fetiches.


Para Mora Ojera, la apertura de los medios de reproducción plantea problemáticas legales, de lucro, así como el hecho de que la hipervisibilidad nulifica el fetiche.


De acuerdo con el artista, en la actualidad poseer los libros, publicarlos o censurarlos, más allá de los contenidos, es una cuestión de poder. Y recordó una anécdota: en el Faro de Oriente editó libros de divulgación sobre temas contemporáneos.


Los libros serían distribuidos entre los grupos con quienes se generaron las dinámicas de trabajo. Pero cuando la Secretaría de Cultura capitalina supo de la edición, que tenía el sello del centro cultural, censuró que la acción se hubiera realizado sin su autorización. La Secretaría de Cultura quemó 4 mil libros. Christian Gómez


Nota relacionada: http://www.informador.com.mx/cultura/2010/222064/6/taniel-morales-presenta-una-muestra-de-fotografias.htm