sábado, 18 de octubre de 2008

World Press Photo 2008




World Press Photo. La realidad compuesta
Por Christian Gómez


Para los organizadores de World Press Photo, la prioridad no fue escoger la mejor imagen sino realizar la tarea “un poco incómoda” de seleccionar las más representativas de cada tema. Todas ellas, destacadas por “desafiar las convenciones de fotoperiodismo”, para estimular al espectador, hacerle reflexionar.

En la edición 2008 de este concurso, que se exhibe en el museo Franz Mayer, se recompensa el trabajo creativo del fotoperiodista, no el cómodo. Los jueces de World Press Photo se ocupan de la forma, no del contenido. Califican la foto, no son jueces del mundo.

Los retos de la imagen periodística son diversos. Entre ellos, lograr un balance entre la técnica y el mensaje. Deben moverse cautelosamente entre los cánones del periodismo y el coqueteo con el arte. El fotógrafo de prensa trabaja en el umbral entre la denuncia social y el registro de los hechos. También busca reconocimiento como autor.

Para revistas, diarios y portales de Internet, los periodistas gráficos trabajan en una composición de la realidad. Formalmente, ordenan los hechos sociales en un cuadro de imagen.

Así, ponen la dimensión de la tragedia china en perspectiva, la pobreza afgana a contraluz y a los yoguis indios en un juego de planos y profundidad. Muestran la anorexia en contrapicada. Encuentran la belleza en la malaria.

Retratan en claroscuro a un padre vietnamita y su hijo, quienes hace ya cinco años han quedado sin hogar. La nostalgia en panfocus –todos los elementos de la imagen vistos con nitidez–, días después del último cumpleaños, el número 101, del coreógrafo ruso Igor Moiseyev. Sentado junto a su esposa, amoroso, en una recámara.

Los trabajos seleccionados le ponen rostro a las tragedias. No sólo eso. Encuentran la dimensión social –búsqueda incesante del periodismo– en la vida cotidiana.

Violencia en Latinoamérica, en África, en Medio Oriente. Temas recurrentes pero replanteados ante cada lente. Pobreza, marginación, intolerancia. Abuso sexual. Analfabetismo. Guerra, prisioneros, dolor. Atentados contra la naturaleza. Su violenta respuesta.

En World Press Photo encuentran lugar los aparentes sinsentidos y las diversas cosmovisiones en otras latitudes. Por ejemplo, los registros de Cristina García del culto a Maria Lonza en Venezuela. Tan sui generis, cercano a los rituales africanos y de la mano con la muerte.

Se vuelven diálogo intercultural. Olivier Gulman retrata mirando la televisión a una mujer inglesa, una marroquí, un hombre japonés, uno nigeriano y un niño japonés.

Las fotografías pueden tener diversas lecturas. Una mujer recostada sobre un sofá, con el maquillaje corrido y probablemente alcoholizada o drogada, se convierte en imagen de la decadencia. Se trata de una actriz: Martina Gusmán en el set de la película Leonera. Una fotografía hecha por Stefano De Luigi.

Capaz de engañar a cualquier incauto que no lea el contexto que se ofrece junto a cada imagen, queda claro que éstas no hablan por sí mismas.

La foto posada. La serie trabajada, casi montada. Algunos barridos, más artísticos que informativos. Todas ellas permiten reflexionar hasta qué punto es registro y hasta dónde creación.

Las fotografías son una postura, una interpretación del fotógrafo. Una visión del hecho, cargada de una intencionalidad, consciente o inconsciente, que debe tomarse con cierto cuidado. “Aunque las fotos no mienten –afirma Lewis Hine–, los mentirosos pueden hacer fotos”.

Al premiarle por las verdades que retrata, World Press Photo se convierte en una suerte de vigilante del fotógrafo de prensa.



Esta reseña también fue publicada en el No. 13 de la revista electrónica Escrutinio

2 comentarios:

Zedryk Raziel dijo...

Siendo las 9:32 p.m. de hoy, lunes 20 de Octubre, y contento porque la opinión pública oficial (ista) "cree" que la aprobación de la atractiva Reforma energética no traerá consigo privatizaciones -ahora sólo falta ver cómo funciona el organismo interno de la paraestaral y comprobar que, efectivamente, éste no abrirá las puertas a la IP, vanos supuestamente sellados a fuerza de la palabra-, me dispongo a escribir el comentario que, menos por compromiso, amerita esta -buena- reseña del World Press Photo.

Fotoperiodismo, entonces. Como bien lo mencionas, la pretensión de conjuntar la dimensión social de la realidad y la finura de la dimensión artística en un trozo de papel fotográfico, en blanco y negro o a colores, cuyo itinerario de mano a mano, de vista a vista, de consciencia a consciencia, puede traer consigo un impacto impensado en cualquier sector poblacional, igualmente, impensado.

Nunca en la historia del mundo un trozo de papel había sido capaz de adquirir semejante importancia social, genérica, racial... mundial -salvo el dinero impreso, que desde su nacimiento se ha postulado como "lo único" capaz de mover las montañas-.

No sé si para hablar de esta reseña es necesario estar al tanto del tema que la misma aborda. Yo no he ido al World Press Photo, sin embargo, no pretendo platicar de mi experiencia en la exposición, sino de mi noción del fotoperiodismo.

Bien cierta es la cita que anotas al final del texto, a saber, que "aunque las fotos no mienten, los mentirosos pueden hacer fotos".

Andrés Falques es el personaje principal de la obra El pintor de batallas, de Arturo Pérez-Reverte. Faulques se dedicó en su pasado, durante treinta años, a capturar toda clase de imágenes de guerra: la fanfarronería de los soldados, la inmutabilidad de un niño ante el cadáver de su madre, una mujer vestida toda de negro hincada frente a una tumba, el dolor a causa de los asesinatos arbitrarios.

El caso, en resumidas cuentas, es que Andrés Faulques se convirtió en un fotoperiodista de guerra –si el término es correcto- mundialmente reconocido por sus fotos precisas: abertura del diafragma, velocidad de captura y tono de luz perfectos. No obstante, varias de las imágenes galardonadas –y no sólo las de este personaje, sino de todos quienes se ahn dedicado a esta empresa- fueron producto de los errores que el propio Falques cometía. Algún estremecimiento de su cuerpo, una gota de sudor que se enjugaba, el miedo carcomiéndole la estabilidad.

Pero Falques no es uno de los mentirosos a los que hace referencia Lewis Hine; era en su trabajo lo menos subjetivo posible. Sin embargo, sus fotos, a veces, ameritaban el reconocimiento no por su contenido, sino por su calidad, juicio que contraría completamente la naturaleza del fotoperiodismo, esa actividad que busca conjuntar la…

Bien, Chris, este comentario es a propósito de aquella plática que alguna vez sostuvimos: “Me gustaría leer algo de tu autoría”, te dije. Qué bueno que he tenido la oportunidad de lograrlo. Primero, con la crónica de las playas de Ebrard –texto, por cierto, que me impactó por la fluidez de tu lenguaje y la manera como explicitas la dimensión social: “No son playas, son areneros”… “Una ilusión rota… en jueves Santo”-.

Ahora, con tu reseña del World Press Photo, quedo convencido, satisfecho, animado a releer. Me gusta cómo cada párrafo lo cierras cual si fuese el final de todo el texto, contundente, sin contemplaciones. En especial, prefiero éste:
“Violencia en Latinoamérica, en África, en Medio Oriente. Temas recurrentes pero replanteados ante cada lente. Pobreza, marginación, intolerancia. Abuso sexual. Analfabetismo. Guerra, prisioneros, dolor. Atentados contra la naturaleza. Su violenta respuesta.”

Su violenta respuesta. Bien el texto podría terminar como finaliza esta parte, y al lector no le quedaría ni el más mínimo remordimiento.

Eres bueno, de eso no hay duda. Créeme, Christian, que si antes hubiera leído esta reseña, y de no ser porque en Taller de Expresión nos mandaron a la exposición en Franz Mayer, créeme, reitero, que hubiese asistido, movido por la calidad del texto que he leído.

PD. Nada de publicidad. Este comentario es largo, lo acepto, pero que no se piense que pretendo hacerme espacio en este blog. Para nada. Te pido atentamente que no se malentienda la intención de mi texto, que, ciertamente, es comunicador de mis ideas con respecto al fotoperiodismo, pero que no deja de resaltar, además, la calidad de tu retórica. En otras palabras, como lo mencionas tú: rescatar la belleza en la malaria.

Saludos, y felices textos.

El Chri Chri dijo...

Qué bien se siente ser leído n_n Gracias, Zedryck, viene tu texto eh. Te digo que con ustedes estoy aprendiendo muchas cosas. Buscaré el libro de Pérez-Reverte, a quien me han recomendado pero no he leído quién sabe por qué.

Gracias de nuevo.
Saludos, y felices textos.