La contemporaneidad exige: hay que dejar de ser jodido, acabar una carrera, tener una pareja estable, un trabajo bien pagado; ser competitivo en una sociedad global. La dinámica del consumo ha fijado las reglas: hay que correr en un mundo dividido entre exitosos y perdedores, sin puntos medios.
Ése es el planteamiento de la obra Carreras, escrita y dirigida por Germán Castillo (Teatro Santa Catarina) y que narra cuatro historias de pareja que reflejan la prisa por seguir los modelos que traza la vida actual.
“Son ocho jóvenes que han cursado carreras y están comenzando su carrera profesional. Tienen cierta prisa por establecerse emocionalmente con una pareja, tienen prisa por apropiarse de la vida”, explicó Castillo. Se trata de una carrera que debe hacerse aunque no exista una meta ni dirección clara.
“Carrera es una palabra con muchas acepciones: la de los estudios universitarios, la carrera profesional una vez terminados éstos, el andar a las carreras en una ciudad tan grande y caótica; las carreras de béisbol, la carrera de las putas…
“La obra habla sobre la urgencia que impone el consumismo por obtener satisfactores impuestos, creados por el mercado, las falsas ideologías y las falsas expectativas”.
Las reglas del juego
Con prisa, ocho jóvenes corren alrededor de cuatro sillones azules que constituyen el espacio escénico. Los dirige un árbitro que funge como narrador de la obra, como mediador entre la metáfora de la carrera en el teatro y la vida.
Mientras corren, reflexionan los caminos que siguen. Cuestionan sus nociones de éxito profesional y sentimental. Todos corren. Luego de cada vuelta al escenario, un par de actores permanece y presenta una pieza de la historia que se va construyendo, y complicando.
La relación de dos mujeres se ve fragmentada porque una desea embarazarse y la otra conservar su poder sobre la primera. Otra pareja se separa porque ella busca alcanzar un puesto de alto mando mientras que su marido lamenta ganar menos dinero y no seguir con el doctorado. Antes leían poesía, hoy se piden sexo secamente.
Dos viejos amigos se “necesitan” en la soledad: intimidad sin compromiso, acuerdos profesionales subrepticios, contratos manipulados. Él es fotógrafo y nunca ha amado; ella, una modelo cuya vida profesional se ha terminado a los 22 años.
Cuando se fueron a vivir a casa de los padres de ella, él tuvo que dejar la escuela. Sólo quisieran salir adelante, tener una noche para ir a bailar y tener privacidad. “No siento que seas mi mujer, eres más hija y hermanita”.
El entrelazamiento de las historias pone sobre la mesa el fracaso, la posesión, la envidia, los celos de pareja y profesionales. Para Germán Castillo (Ciudad de México, 1944), “los personajes vienen de una lectura de la contemporaneidad” que sintetizó en esta pieza teatral a partir de dinámicas de improvisación en su seminario de actuación.
Carreras
El correr constante de los actores evidencia su trabajo emocional en los pequeños cuadros en que la obra se divide y las carreras que el árbitro determina. En la primera se plantea la configuración de las parejas; en la segunda, un silbatazo marca faltas, momentos precisos en que las relaciones se fracturan por una actitud impulsiva; en la tercera, sugiere la supremacía de la casualidad, que aplasta el entramado de aspiraciones sobre el que se erige un noviazgo.
La separación está a un soplido y los nuevos encuentros a una copa. Las historias se entrelazan e inquietan al espectador con sus preguntas: ¿Y qué tal si esto no es lo que queremos? ¿Puede alguien, en su sitio, estar fuera de lugar? ¿Qué hubiera pasado si no hubiera hecho las cosas de esa forma? ¿Qué se siente?, ¿cómo sabes que lo quieres?
Las respuestas son desalentadoras: “Estaba casado, pero me fui porque no sabía estar casado” o “cojas con lo que cojas, la cosa está difícil”. Para el árbitro, mientras el tiempo transcurre todo se va complicando y los días se tornan difíciles de habitar.
Los personajes se encaminan al fracaso. De acuerdo con el también poeta y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte: “Todo es consecuencia de la sociedad de consumo que obliga a los individuos a ver por ellos mismos y califica de manera cruel entre exitosos y perdedores, sin matices: todo el mundo quiere ser triunfador y eso es imposible. Esta sociedad de consumo niega el matiz. Es tajante”.
Teatro Santa Catarina, hasta el 4 de julio. Jueves y viernes 20:00, sábados 19:00 y domingos 18:00 horas.
Ése es el planteamiento de la obra Carreras, escrita y dirigida por Germán Castillo (Teatro Santa Catarina) y que narra cuatro historias de pareja que reflejan la prisa por seguir los modelos que traza la vida actual.
“Son ocho jóvenes que han cursado carreras y están comenzando su carrera profesional. Tienen cierta prisa por establecerse emocionalmente con una pareja, tienen prisa por apropiarse de la vida”, explicó Castillo. Se trata de una carrera que debe hacerse aunque no exista una meta ni dirección clara.
“Carrera es una palabra con muchas acepciones: la de los estudios universitarios, la carrera profesional una vez terminados éstos, el andar a las carreras en una ciudad tan grande y caótica; las carreras de béisbol, la carrera de las putas…
“La obra habla sobre la urgencia que impone el consumismo por obtener satisfactores impuestos, creados por el mercado, las falsas ideologías y las falsas expectativas”.
Las reglas del juego
Con prisa, ocho jóvenes corren alrededor de cuatro sillones azules que constituyen el espacio escénico. Los dirige un árbitro que funge como narrador de la obra, como mediador entre la metáfora de la carrera en el teatro y la vida.
Mientras corren, reflexionan los caminos que siguen. Cuestionan sus nociones de éxito profesional y sentimental. Todos corren. Luego de cada vuelta al escenario, un par de actores permanece y presenta una pieza de la historia que se va construyendo, y complicando.
La relación de dos mujeres se ve fragmentada porque una desea embarazarse y la otra conservar su poder sobre la primera. Otra pareja se separa porque ella busca alcanzar un puesto de alto mando mientras que su marido lamenta ganar menos dinero y no seguir con el doctorado. Antes leían poesía, hoy se piden sexo secamente.
Dos viejos amigos se “necesitan” en la soledad: intimidad sin compromiso, acuerdos profesionales subrepticios, contratos manipulados. Él es fotógrafo y nunca ha amado; ella, una modelo cuya vida profesional se ha terminado a los 22 años.
Cuando se fueron a vivir a casa de los padres de ella, él tuvo que dejar la escuela. Sólo quisieran salir adelante, tener una noche para ir a bailar y tener privacidad. “No siento que seas mi mujer, eres más hija y hermanita”.
El entrelazamiento de las historias pone sobre la mesa el fracaso, la posesión, la envidia, los celos de pareja y profesionales. Para Germán Castillo (Ciudad de México, 1944), “los personajes vienen de una lectura de la contemporaneidad” que sintetizó en esta pieza teatral a partir de dinámicas de improvisación en su seminario de actuación.
Carreras
El correr constante de los actores evidencia su trabajo emocional en los pequeños cuadros en que la obra se divide y las carreras que el árbitro determina. En la primera se plantea la configuración de las parejas; en la segunda, un silbatazo marca faltas, momentos precisos en que las relaciones se fracturan por una actitud impulsiva; en la tercera, sugiere la supremacía de la casualidad, que aplasta el entramado de aspiraciones sobre el que se erige un noviazgo.
La separación está a un soplido y los nuevos encuentros a una copa. Las historias se entrelazan e inquietan al espectador con sus preguntas: ¿Y qué tal si esto no es lo que queremos? ¿Puede alguien, en su sitio, estar fuera de lugar? ¿Qué hubiera pasado si no hubiera hecho las cosas de esa forma? ¿Qué se siente?, ¿cómo sabes que lo quieres?
Las respuestas son desalentadoras: “Estaba casado, pero me fui porque no sabía estar casado” o “cojas con lo que cojas, la cosa está difícil”. Para el árbitro, mientras el tiempo transcurre todo se va complicando y los días se tornan difíciles de habitar.
Los personajes se encaminan al fracaso. De acuerdo con el también poeta y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte: “Todo es consecuencia de la sociedad de consumo que obliga a los individuos a ver por ellos mismos y califica de manera cruel entre exitosos y perdedores, sin matices: todo el mundo quiere ser triunfador y eso es imposible. Esta sociedad de consumo niega el matiz. Es tajante”.
Teatro Santa Catarina, hasta el 4 de julio. Jueves y viernes 20:00, sábados 19:00 y domingos 18:00 horas.
3 comentarios:
“La obra habla sobre la urgencia que impone el consumismo por obtener satisfactores impuestos, creados por el mercado, las falsas ideologías y las falsas expectativas”.
Personalmente creo que los ideales impuestos por la contemporaneidad son los mismos que atañen al hombre desde que se estableció en sociedad. Y es que siempre debe de haber un objetivo, una meta, un ideal y también un lado contrario, cada subcultura posee sus ideales.
Reconozco que muchas veces somos culpables de elegir en base a otros (en base al incosnciente colectivo) y el riesgo de la crítica nos hace muchas veces susceptibles de ser relegados de los ideales sociales, a negarnos a nosotros mismos.
El instinto de superación del hombre, esas ganas de luchar por alcanzar las estrellas nos bajó de los árboles para llevarnos a la luna. Aunque casi nadie pueda jactarse de ello, los ideales sociales ponen destino a nuestras vidas y algunas veces nos llenan de frustraciones, todo depende de la manera como lo veamos.
"esas ganas de luchar por alcanzar las estrellas nos bajó de los árboles para llevarnos a la luna". Creo, como tú, que la vida de las personas está determinada en algún sentido por las exigencias sociales. Me parece además necesario que se haga una revisión cada cierto tiempo y creo que el arte es una de las vías fundamentales. Esta obra lo logra. Ojalá pudieras venir y verla :s
abrazo
Hey
Soy un verdadero fanático de la teoría del Arte Contemporáneo, y la verdad me urge ir al df para visitar muchos museos.
Me agrada que hables de todo esto.
Me tendrás por acá muchas veces :)
abrazos
saludos
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