martes, 29 de diciembre de 2009

Michel Houellebecq. Nihilismo, viajes, erotismo

Durante su primera visita a México, el escritor francés Michel Houellebecq dijo entre otras cosas a la prensa mexicana que hacer poesía se ha vuelto una actividad casi clandestina, que pensar en el verdadero lector de nada sirve al escribir, que la vida nunca basta. Pero si en sus páginas quedó retratado como un provocador, durante la clausura de la quinta edición de Poesía en Voz Alta.09 sus lectores se encontraron con un poeta adolescente, aunque nacido en 1958.

En un singular recital junto al músico Alonso Arreola, titulado Particulas horizontales, la presencia del autor se convirtió en la última pieza del festival internacional, que conmemoró los 50 años de Casa del Lago como centro cultural universitario.

Durante una noche fría en los jardines de la casa, el grupo Molino de Cuento emocionó al público en una presentación que fue definida como una mezcla de poesía e instalación sonora. Daniel Malpica (acordeón), Manuel Menéndez (tabla), Mariana Hijar (flauta transversal), Marco Armenta (guitarra eléctrica), Alejandro Sierra Manrique (darbuka) y Mariana Castro Garduño (voz) no prepararon a la audiencia para la llegada de Houellebecq; fueron un claro ejemplo de que Poesía en Voz Alta ha sacado a la poesía de sus formas tradicionales.

En un escenario iluminado de azul, la voz de un presentador ausente anunció a Michel Houellebecq, al compositor mexicano Alonso Arreola y al músico José María Arreola en un “recital en su acepción más literal”. Una aseveración cuestionable. Habló de dos obras que se dan la mano: “los personajes de uno y las partituras del otro aludirán al nihilismo, los viajes y el erotismo y la posibilidad del amor”.

Poeta, novelista y ensayista cuya obra ha sido traducida a más de 25 lenguas, se ha convertido en un mito de la nueva narrativa europea. Houellebecq ha sido puesto en el centro de una polémica religiosa y sexual por los temas de sus obras. Al menos eso afirman sus lectores y la crítica a propósito de Plataforma, La posibilidad de una isla, Ampliación del campo de batalla, Las particulas elementales, El mundo como supermercado y varios otros titulos.

Para cuando el juego de música, poesía y luz comenzó, el público era una multitud de pies sobre hojas secas, de manos frotándose para hacer calor, de brazos aferrados a un árbol para ver entre las cabezas de otros, de voces susurrando los poemas: “El primer paso de la tragedia poética consiste en remontarse al origen. A saber: el sufrimiento”.

Subtitulado del francés en tiempo real, cualquier cosa que eso signifique, el poeta leyó sus textos en su lengua mientras detrás de él la traducción al español aparecía en una pantalla. Leyó con el ímpetu de un escritor solitario que pocas veces hace lecturas ante unas trescientas personas. “Y volved siempre al origen que es el sufrimiento”.

Los músicos jugaron. Con la repetición de un sonido creado en ese instante, una batería y un bajo. Jugaron también con los sonidos de una pequeña radio, el rumor de una canción, el rebotar de una pelotita, un silbato, otros juguetes, semillas.


Mientras tanto, Houellebecq escuchaba la música con atención quirúrigica para saber el momento de empezar a leer el siguiente poema. Apoyado en una pierna, bailó balanceándose nervioso ante las miradas, con el pulgar derecho en la bolsa del pantalón y con la mano izquierda apretando el micrófono contra su pecho.

Tres botellas de agua junto a sus pies y apenas una fue abierta mientras lanzaba una mirada nerviosa al público y al cielo. El poeta es un adolescente nervios. Houellebecq no entonó ni declamó su poesía: alzó su voz y vivió. Y apenas advirtió su gran audiencia, retornó a revisar un detalle en el micrófono, en el papel, en el público, en el cielo.


Una visión del mundo contemporáneo

Una de las grandes razones de la visita de Michel Houellebecq a México en el marco de Poesía en Voz Alta.09, que se desarrolló de 21 de octubre al jueves 26 de noviembre, se llama Alonso Arreola, compositor y periodista mexicano, ex integrante del grupo La barranca que ha llevado su música incluso por Japón.

En entrevista explicó la hazaña: “Hace 11 meses terminé de leer su última novela; ya había leído todo de él y estaba profundamente impresionado por su obra. Decidí contactarlo a como diera lugar: lo logré, empezamos una amistad por correo electrónico y finalmente le propuse que viniera, pese a lo difícil que es lograr que salga de su casa”.

A partir de enconces trabajó junto con José María Arreola para realizar la música, impredecible como su poesía. “Hicimos el guión de la música pero la mitad son improvisaciones, había ejes rectores que tenían que ver con los textos; se modificaron un poco con el ensayo con Michel que duró unas 8 horas”.

La visita de Michel Houellebecq fue posible gracias a Canal 22, la editorial Anagrama, la UNAM y sobre todo la gestión de Arreola, cuya impresión sobre el poeta merece el esfuerzo cristalizado hace unos días en Casa del Lago: “Su visión del mundo contemporáneo y sobre todo su visión del amor es algo que me toca de manera muy personal”.

El festival internacional Poesía en Voz Alta.09 contó con la presencia de autores como Úrsula Rucker, Manuel Rocha Iturbide, Francisco Segovia, Bartolomé Ferrando, Feli Dávalos, Bruno Montané y colectivos como MotínPoeta o Poetas del megáfono, entre muchos otros. Christian Gómez

1 comentario:

marichuy dijo...

A Michel Houellebecq puedes amarlo u odiarlo, pero jamás te dejará indiferente. "Las partículas elementales" irrita, pero no porque destruya los mitos y utopías del mayo francés, sino porque dice verdades amargas. Y como decía un articulista de "La Jornada Semanal": la verdad, el vernos en su espejo, casi nunca nos gusta. Y sin embargo, con todo y su versión descarnada y casi resentida, buena parte de su poesía me gusta, aunque aún no decido si lo amo o lo odio.