martes, 23 de marzo de 2010

La Brújula hechizada, las rutas por el panorama literario actual

En La brújula hechizada, Mauricio Montiel Figueiras no sólo encontró un hilo conductor adecuado para antologar una serie de reseñas afortunadas de libros; tejió una metáfora que retrata la sensación de extravío del lector ante el panorama literario actual y obliga a la reflexión profunda sobre el sentido de la crítica.


Para el narrador, ensayista y traductor (Guadalajara, Jalisco, 1968), la elección de un camino por la literatura de hoy está marcada por “una globalización que apela primordialmente al consumo indiscriminado y acrítico”.


Ante ese escenario regido por el marketing, ofrece una brújula en la que el norte es el acto de contar historias y un mapa con las coordenadas para ubicar a los autores que desde su perspectiva merecen ser revisados; los viajeros conocen la posición de las estrellas, el comportamiento de las aguas, la dirección de los vientos.


El crítico como guía


Reseñar es una cuestión ética: una propuesta, una apuesta intelectual que orienta la lectura y aporta claves al espectador. Por ello, el crítico no está obligado a gastarse en elogios porque su compromiso no es con las editoriales ni con los autores, sino con la literatura y sus consumidores.


“El caso de Auster constata que asumir la figura del hombre orquesta no siempre rinde buenos frutos; la incursión en Hollywood, para no ir más lejos, ha afectado su literatura”, escribe Montiel Figueiras.


Quizá sin advertirlo, detona una reflexión sobre el papel del crítico como lector competente capaz de establecer relaciones históricas e intertextuales, que escribe de literatura actual pero es capaz de entrever en la estructura de los textos la presencia de los clásicos, el influjo de una corriente, la relación con sus contemporáneos.


En Alessandro Baricco encuentra una relectura de Ítalo Calvino: “Levedad, entonces, y no frivolidad, es lo que define la labor de Baricco, levedad del pensar. Levedad anecdótica, estructural y lingüística, palpable especialmente en Seda y Sin sangre”.



Publicados originalmente en la revista Letras libres, el semanario Día siete, de El Universal o el suplemento cultural El Ángel, de Reforma, los textos ofrecen una inmersión en la vida de los escritores –detalles, momentos definitorios, casualidades, causalidades– y advierten las interrelaciones al interior y al exterior de sus obras; rastrean los mitos, recursos estilísticos, desmenuzan categorías y voces narrativas.


En la obra de Haruki Murakami olfatea el predominio del símbolo y la alteridad: “En Sputnik están también los dispositivos tecnológicos –el teléfono, la computadora– como nexos con el orbe íntimo y la alteridad, la manía por la cultura pop y la música clásica, la disociación de la personalidad detonada por el impulso erótico y el análisis de algo que Murakami ha patentado y que podríamos llamar el vaciamiento femenino a partir de una situación extrema”.


La antología marca su distancia de los falsos debates de cifras alarmistas y vagas impresiones de funcionarios, así como del ingenuo cuestionamiento a la pertinencia de la reseña crítica como género y la supuesta tiranía de los críticos. La cruzada debe encaminarse contra la reseña perezosa, comprometida con sus proveedores, la que ofrece panoramas de índice y se escribe con informaciones de contraportada.


Las preguntas eternas se actualizan: ¿quién habla en la literatura? ¿El autor que trabaja constantemente la palabra, una pulsión creativa que lo posesiona, las imágenes en la cabeza del lector o llanamente la vida? O aquel cuestionamiento del sociólogo Gregorio Hernández Zamora: ¿quién define lo que es leer? ¿El Estado, la academia, la crítica, el mercado?


Mientras tanto, Montiel Figueiras propone lecturas y ejes temáticos de la obra de Roberto Bolaño, Ricardo Piglia, James Ellroy, Juan José Saer, J. M. Coetzee, Yukio Mishima y una veintena de autores de todas las latitudes. Así, podemos especular, para el autor de La penumbra inconveniente, el escritor y el lector coexisten y encuentran en la novela un dispositivo de vinculación.


Aunque sus textos podrían ser más breves en consonancia con las exigencias periodísticas, La brújula hechizada es la constatación de que en las páginas de los diarios están escritos los consejos de viaje, se sugieren rutas, están las claves de nuestro tiempo.


Publicada por la Colección Pértiga DGE | Equilibrista-UNAM, la edición consta de 2 mil mapas para los viajeros. En un mundo posmoderno lleno de extraños solitarios, esta brújula remite a algunas páginas que se ofrecen como plazas públicas, escenarios de diálogo. Christian Gómez


3 comentarios:

FernanDo dijo...

Las preguntas eternas se actualizan: ¿quién habla en la literatura? ¿El autor que trabaja constantemente la palabra, una pulsión creativa que lo posesiona, las imágenes en la cabeza del lector o llanamente la vida? O aquel cuestionamiento del sociólogo Gregorio Hernández Zamora: ¿quién define lo que es leer? ¿El Estado, la academia, la crítica, el mercado?

Creo que el leer implica ante todo un acto mental de interpretación, muchas veces encontramos respuestas en la lectura y curiosamente esta no hablaba nada de aquello que nos preguntábamos, lo que no solo libera al autor del libro sino que lo matiza de un creacionismo potencial de interpretaciones, ese no es más que otro síntoma del Arte, otra cualidad del perspectivismo humano y de la subjetividad que nos caracteriza.

PD1: La hermenéutica literaria no es más que un intento fallido y malogrado de estampar apreciaciones como ciertas.

PD2: Amé la frase de mundo posmoderno de extraños solitarios :), soy yo uno de ellos.

Saludos

El Chri Chri dijo...

La hermenéutica literaria no es más que un intento fallido y malogrado de estampar apreciaciones como ciertas. jaja

¿Qué estudias, Fernando? Agrégame christiangomez01@hotmail.com

FernanDo dijo...

:)

Pues estudio tantas cosas jaja ya te contaré sobre mi extraño CV.
Y ya te agregué.

Espero charlar contigo pronto.

Saludos!