jueves, 29 de julio de 2010

Ocho miradas teóricas al ciclo curatorial del MUAC

*En la primera de ocho "intervenciones", discuten la noción de marco como espacio de representación y el peso de los marcos teóricos en el arte contemporáneo


¿Se basta a sí misma la obra de arte contemporáneo, o necesita ser explicada? ¿Debe ofrecerse al espectador la pura experiencia o debe entregársele el significado digerido a través del lenguaje? En cualquiera de los casos: ¿quién tiene la última palabra?, ¿curadores, filósofos, artistas?

Esos fueron algunos puntos que se discutieron en la mesa Mímesis y ciudad: marcos, rectángulos y camas, realizada en el Espacio Experimental de Construcción de Sentido del MUAC para motivar reflexiones sobre la exposición Todo a nada.

La mesa o “intervención” forma parte de Delirio de fetiche: destierro platónico y arte contemporáneo, serie de ocho espacios de reflexión sobre arte contemporáneo que se realizan en torno a las exposiciones del actual ciclo curatorial del museo: Hechos y delirios: soporte, materia, trabajo.

El ciclo curatorial “se centra en la calificación que Platón hace del artista y del poeta como ilusionistas y demiurgos (creador), para mostrar el modo en que el arte libera la fuerza de la vida y convierte el trabajo y la materia en pura ilusión”.

Sin embargo, debe subrayarse el rechazo de Platón por el mito y la mímesis o creación imágenes, actividad propia de poetas, pintores y escultores. Para el pensador, el ideal de vida se hallaba en la búsqueda del conocimiento filosófico de la verdad. Por ello, era necesario el exilio de poetas y sofistas de la ciudad: el destierro platónico consiste en la expulsión de los ilusionistas, de los creadores de imágenes.

En tal sentido, se explica, “Contrario a la ciudad platónica ideal, aquí (en este ciclo curatorial) se evidencian las poéticas y las estéticas en que la materia es transformada mediante la labor del artista hacia una experiencia sin uso ni finalidad aparente, y en donde imperan el delirio, la pasión, la fantasía y hasta el engaño”.

Límites de la representación e interpretación

La intención de las intervenciones en Delirio de fetiche es reflexionar sobre el arte contemporáneo con sus propios participantes, así como evaluar la pertinencia de la calificación platónica del creador de imágenes a propósito de ejemplos concretos de propuestas artísticas actuales.

Mímesis y ciudad: marcos, rectángulos y camas tuvo como objetivo abordar “el concepto de marco como soporte, límite, habitación, margen o idea (eidos) desde una disolución de las perspectivas de la filosofía y de la práctica artística. ¿De qué lado del marco quedan los poetas al ser clasificados como mentirosos e ilusionistas? ¿Hay lados del marco, afuera y adentro? Los límites ¿son fijos, temporales, visibles, infinitos?"

En ella participaron la académica de la Facultad de Filosofía y Letras María Antonia González Valerio y la artista inglesa Melanie Smith, quien ha problematizado en su creación el límite del marco como espacio de representación.


El punto de partida de la discusión fue la pieza de Smith Green Lush, incluida en la exposición Todo a nada y que consiste en una superficie saturada de hojas y toda clase de objetos verdes. La obra presenta un cuestionamiento a los límites del marco como espacio de representación (lo desborda), e incluso de las definiciones en el arte: no ganó una bienal porque el jurado no logró acordar si se trata de pintura o escultura.

Para González Valerio, quien forma parte de la Asociación Mexicana de Estudios sobre Estética, merece atención revisar el diálogo entre el arte y la filosofía, que ha existido siempre.

La académica identificó a la ciudad con el marco: platónicamente el arte miente y los poetas (no había nacido propiamente la noción de artista) deben ser expulsados de la ciudad, de la polis, hallarse fuera del marco. Y es en ese momento donde encuentra el nacimiento del lugar común que refiere el maltrato de la filosofía hacia el arte.

Recordó entonces que no existe tal división entre el arte y la filosofía: “La pieza no se basta a sí misma, porque si lo hiciera no estaríamos aquí”. Y si la obra no se basta a sí misma, hay que romper el marco teórico. “La lectura del espectador a veces está marcada por el desasosiego. Se trata de un desafío de las imágenes y los objetos”.

Por ello, señaló que la experiencia del arte, de entrada, no debería estar sometida a un marco conceptual. “¿Cómo hacer una experiencia estética que no pida de antemano un marco conceptual? Si sólo se busca traducir por completo una obra al concepto, algo está pasando”.

A propósito de Green Lush, Melanie Smith (Gran Bretaña, 1965), quien tuvo en 2006 la exposición retrospectiva Ciudad espiral y otros placeres artificiales en el Museo Universitario de Ciencias y Artes Campus, afirmó sentir que se trata de una obra fallida.

“Lo que me molesta es el rectángulo como límite. Creo que la obra no puede estar detenida en el rectángulo”. Lo pensó 10 años después de haberla realizado, al verla colgada en el muro. Sólo después de los años descubrió que una de las líneas de investigación de su trabajo estaba en el límite del marco.

Por ello habló de otras propuestas, que pueden conocerse en el catálogo de su retrospectiva en MUCA Campus. Entre ellas, Orange Lush, “una composición pictórica de la que los elementos quieren desbordar el marco, como la ciudad que se desborda desde adentro”; la ficción del momento en la videoinstalación Seis pasos hacia un proyecto o la desintegración de las imágenes y los símbolos en un proyecto que trabaja con niños.

Para Smith, quien encuentra en la pintura abstracta una oportunidad de catapultar a otra dimensión, resalta la necesidad de un metalenguaje (otro lenguaje que explique el de las obras de arte), la lectura del filósofo.

“Pienso en la necesidad de enmarcar el contexto de la obra con la palabra; lo lingüístico siempre regresa, reduce la sensación de la experiencia de la obra. El código, el curador y el filósofo siempre enmarcan y contextualizan, y estamos sujetos como artistas a la idea o el concepto. Pero lo que es inaceptable es que la obra se derive de la teoría”. Christian Gómez

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